Era un día por la noche de 2014. En el museo de Toledo había cinco cuadros. El del medio era" El caballero de la mano en el pecho" y aprovechó la noche para escaparse del cuadro porque la gente se creía que era El Greco.
Poco después entró un ladrón para robar los cuadros pero una alarma pitó y se escondió. Al instante entró un vigilante para proteger los cuadros, porque si faltaba alguno el jefe lo despediría, ya que al día siguiente iba a ser la inauguración.
Se puso a mirarlos y se dio cuenta que faltaba uno, y se puso muy nervioso. Entonces salió de su escondite el ladrón y el policía lo detuvo, pero entonces éste le dijo que no faltaba el cuadro, sino el personaje.El ladrón le quitó el papel a otro y ahí estaba San Juan Evangelista, que le dijo que El caballero de la mano en el pecho se había ido triste, porque no le gustaba que la gente le llamara El Greco.
Taparon el cuadro y el vigilante mandó al ladrón que fuera a buscarlo. A continuación le quitó el papel a otro cuadro y ahí estaba un mono que hablaba. Le dijo que tenía que buscar un cuadro en el que estuviera El Greco.
El ladrón no encontró al personaje que se había ido del cuadro. Volvió al museo y le quitaron el papel a uno de los cuadros donde estaba El Greco, pero éste no sabía nada pero su hijo les dijo que podía estar en Toledo. Como premio le regalaron una piruleta.
Buscaron por la ciudad y al fin lo encontraron, pero no le convencieron para que volviera al museo.
Cuando faltaban cinco minutos para inaugurar la exposición, el vigilante quitó el papel del cuadro El Caballero de la mano en el pecho, y ¡allí estaba!
La exposición se inauguró y al vigilante no le pasó nada.
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